1.3-Física y Metafísica Aristotélica

29.11.2013 22:28

La influencia de las ideas de Platón fue descomunal, aunque aquel que fue su mejor crítico, había sido un propio alumno suyo llamado Aristóteles. Era un gran observador, estudioso y considerado padre de la biología puesto que entre muchas otras cosas describió más de 500 vivientes. Su insaciable apetito y sed de conocimiento le impedía aceptar la teoría de las ideas que heredó de su maestro y se propuso reformarla por completo. ¿Cómo podían estas 'nuevas cosas' llamadas ideas, actuar sobre la voluntad de los sucesos dinámicos que ocurrían en el mundo, haciéndoles tender de algún modo hacía ellas? A diferéncia de Platón, Aristóteles observó el mundo, desde una óptica algo menos metafísica y algo más materialista, como el resultado de un conjunto de causas y efectos. Para mostrar su visión, iba a necesitar crear un nuevo método de alcanzar verdades al que denominó silogismo, y tratar de explicar la física y el movimiento de la naturaleza del modo más original y lógico que nunca antes nadie jamás había imaginado.

¿Qué es el silogismo?

                El silogismo es una forma de razonamiento deductivo que puede aplicarse siempre que se disponga de una verdad general, esto es, de una premisa mayor. Consta, en efecto, de dos premisas: una mayor –que enuncia el principio general- y una menor –que se refiere al caso particular incluido en el principio general-. De ambas premisas se extrae una conclusión, que es la nueva verdad que interesa. Repitamos una vez más el ejemplo ofrecido por Aristóteles: <Todos los hombres son mortales> (premisa mayor, que enuncia el principio general); <Socrates es un hombre> (premisa menor); <Socrates es mortal> (conclusión). Sin la premisa mayor no es posible construir un silogismo.

Fue mediante el uso de éste método mediante el cual Aristóteles construyó la mayor parte de su teoría física. Para él, la naturaleza estaba formada de cinco elementos esenciales: fuego, tierra, agua, aire y éter (explicaremos más adelante en qué consistía este último). Cada uno de esos elementos tiende a volver al que denominó, su lugar de reposo.

Si elevamos una piedra del suelo y la soltamos, la piedra tiende a volver a caer al suelo. Si lanzamos la piedra al mar o al agua, comprobaremos como ésta se hunde. Deducimos así que puesto que la piedra es  tierra y siempre tiende a moverse por sí sola dirección al centro del mundo, aquel debe ser su lugar de reposo en el universo. Mientras que el agua siempre se encontrará por encima de la tierra (probad a juntar tierra y agua en un mismo vaso).

¿Qué ocurre si soplamos a través de una pajita en el agua, se encuentre donde se encuentre ésta? Introducimos aire en ella, lo que produce una burbuja que inmediatamente intenta escapar del agua subiendo. Con lo que la tierra se encuentra en la primera capa del mundo, el agua en la segunda y el aire  en la tercera, y hemos podido comprobar como siempre intentarán volver a la capa que pertenecen como atraídas por una fuerza tan misteriosa como la magnética.

¿Qué hay del fuego? Encended un mechero o una cerilla en casa y comprobaréis como lo coloquéis en la posición en la que queráis colocarlo la llama siempre tiende a ir hacia arriba, de aquí deducimos que la parte más alta del cielo por encima del aire será el reino del fuego. Es divertido encontrar modelos medievales que todavía mantenían esta concepción del mundo como éste:

¿Y el éter? Es el supuesto material nunca visto que se encuentra más allá del fuego entre los planetas, más allá de lo que él llamaba el mundo supralunar (más allá de la luna), nosotros nos encontramos en el mundo sublunar (por debajo de ella). Después de los planetas se encontraba la llamada esfera de las estrellas fijas, puesto que se suponía que las estrellas se encontraban fijas, incrustadas en ella. No tenía ninguna clase de sentido imaginar nada más alejado de ella.

Dentro del conjunto total del cosmos, la Tierra (que no es un planeta para Aristóteles) ocupa el centro necesariamente. Al estar compuesta del elemento tierra en su mayor parte, tiene forzosamente que ocupar el centro del cosmos, su lugar natural. Por lo tanto estamos en una concepción geocéntrica del universo.

Aristóteles no podía explicar los movimientos a distancia de los planetas que vagaban, así que tomó el modelo geocéntrico de Eudoxio de esferas homocéntricas para construir su cosmología. El universo es esférico, finito, formado por esferas que se hallan unas dentro de otras, siendo la central la tierra y la última esfera o la que rodea a todas las demás, la esfera de las estrellas fijas. El cielo es el mundo del orden, de la estabilidad y del equilibrio frente al mundo terrestre de la diversidad y del cambio.

El universo aristotélico no tiene principio ni final; es eterno y no tiene historia. Por ello no hay posibilidad de hacer una cosmogonía acerca del cosmos: éste es engendrado y existe desde siempre. Además el universo es finito; no está en el espacio. Esto es así porque si ocupara un espacio habría un algo, que no es el universo más allá del universo mismo (que es todo lo que hay o existe), y esto es imposible. La pregunta sobre el más allá del universo o sobre dónde está el universo es ilegítima. No hay un recipiente (espacio) que abarque el universo como si éste fuera una cosa. Más allá del universo mismo no hay nada porque él es todo lo que hay.

En la física de Aristóteles, explica el movimiento mediante su teoría de las cuatro causas y sus nociones de acto y potencia. Según Aristóteles la realidad es un organismo profundamente dinámico. Todo lo que hay, está en movimiento y debe ser comprendido desde su causa eficiente, que es el origen; desde su causa material, que es aquello de que está hecho; desde su causa formal, que es su configuración y distinción, y desde su causa final, que es el final hacia el que tiende. Todo proceso natural es pues, comprensible para el hombre que tenga la suficiente paciencia de preguntarse ordenadamente por su causa. A la vez todo tiene potencialidades que van actualizándose, tal como la semilla que es ya árbol potencialmente pero que debe ir haciéndose paulatinamente árbol en acto.

Y así, el universo se presenta como un espectáculo en el que optimistamente todo va siendo lo que debe ser. Y además, debe haber algo que sea un primer motor no movido. Esto sería para Aristóteles, Dios. Dios como acto puro. Primer motor que mueve sin distancia a todo lo demás. Para Aristóteles Dios era la representación del gozo infinito, de la vida feliz y perfecta. Un ser que ‘se piensa en sí mismo y su pensamiento es pensamiento del pensamiento’. El hombre puede tener solo un atisbo de esa plenitud gozosa en la medida en que participa de la inteligencia contemplativa. Recomiendo leer el hermoso resumen sobre la sustancia inmóvil aristotélica de Abbagnano Nicolas que podréis encontrar en el siguiente enlace (página 140): https://es.scribd.com/doc/49955017/77/LA-SUSTANCIA-INMOVIL

 

Avance

Y hasta aquí que hemos estudiado las ideas más importantes que ejercieron una enorme influencia en la historia intelectual de occidente. Abandonar las concepciones aristotélicas fue una valiente tarea que no hubiera sido posible llevar a cabo si no hubiera sido por la ayuda de grandes intelectuales y científicos como Copérnico, Giordano Bruno, Descartes, Tycho Brahe, Kepler y Galileo quienes conoceremos en el próximo capítulo y que jugaron un papel importantísimo en una revolución cultural que se dio en occidente durante los siglos XV y XVI, conocida como El Renacimiento.  Término que se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la Europa de la Edad Media.

El libro El discurso del método de René Descartes, no solo fue el pistoletazo de salida para la creación del método científico (este mismo que usamos actualmente y que nos funciona tan bien), sino que además está relacionado directamente con la revolución francesa. Se dice que la sola proposición Pienso, luego existo que apareció en el libro, le cortó la cabeza a Luis XVI.

Si hacemos caso a Descartes y empezamos a dudar de todo, puesto que la única evidencia que tengo como ser vivo y con conciencia es que existo... ¡¿Cómo esperas creerte que éste señor que nunca te ha dado absolutamente NADA, te esté robando con impuestos el producto de TU sudor y TU trabajo, para vivir una vida de lujos y comodidades porqué DICEN que merece reinar por “Gracia Divina”?!

El racionalismo cartesiano bien pudo significar (que no fue así) el fin de los absolutismos, y el nacimiento de una nueva era de la humanidad basada en la libertad individual y un amplio orden de cooperación humana, más conocido por el poco afortunado término capitalismo.

Como siempre, y una vez más, solo la cultura, la educación, el interés y el amor por hacerse preguntas va cogidito de la mano con la libertad de todo ser humano. Libertad creativa como ser único e irrepetible que eres. Apartar el papel de espectador pasivo y convertirse en un ser artista, creador y activo. Libres de explotar nuestras potencialidades como a cada uno le dé la gana. Abandonar la tribu por doloroso que sea, consiste siempre en el primero de los pasos para estar realmente unido a ella. Unido a la gente que amas como ser individual autoafirmado único y completo. Hasta los próximos capítulos.

 Siguiente capítulo 

Para saber más:

https://es.wikipedia.org/wiki/Arist%C3%B3teles

https://es.scribd.com/doc/49955017/77/LA-SUSTANCIA-INMOVIL

https://cibernous.com/autores/aristoteles/teoria/ciencia/cosmologia.html#2

Libros:

Apología de Sócrates. Platón.

Carta VII. Platón.

La Republica. Platón.

Metafísica.  Aristóteles