El mercado laboral 2.0
Puesto que el mercado laboral no es un tema sencillo de tratar, quiero dejar ante todo claro que lo citado en el anterior punto es un poco la introducción que se suele dar a los efectos de la oferta y la demanda en el mercado de trabajo. Eso no significa que en Economía se parta de una teoría general que luego se le aplique por igual a todo (aunque puede que sí haya muchos economistas a los que les encante hacerlo). Los buenos economistas estudian la economía caso por caso y aún teniendo el respaldo de la teoría general eso no quita ni que en determinadas situaciones la teoría no se cumpla, ni que no se pueda discutir en función de las preferencias éticas de la sociedad. Al final de mi pequeña introducción se encuentra una entrevista realizada a Chema, un economista que se dedica a divulgar la ciencia desde su blog, podéis ir allí directamente.
Por ejemplo, muchos economistas apoyan el salario mínimo pese a las críticas existentes sobre el desempleo que podría ocasionar a la gente joven. Algunas de sus razones son, por qué opinan que así se incentivará a los jóvenes a estudiar o formarse profesionalmente, mientras por otro lado las empresas, al no poder permitirse tanta mano de obra existiendo un salario mínimo, se consigue así incentivar a las empresas a invertir en tecnología y en formación haciendo aumentar con ello su productividad y la de los trabajadores. También los hay que afirman aparte, que se ahorraría en ayudas estatales al reducir la dependencia de aquellos que reciben salarios bajos.
¡Pero esto no es todo! Desde hace relativamente poco se han publicado unos estudios que muestran que un salario mínimo bien calculado y ajustado a las condiciones del país podría incluso ocasionar efectos beneficiosos en el desempleo. Imagino a muchos liberales que me estén leyendo, arqueando la ceja ahora mismo, pero piensen que no es algo que dicen solo unos cuantos economistas con sesgos marxistas ni nada por el estilo, de hecho hace poco se lo oí decir por la televisión al propio economista Xavier Sala-i-Martin (liberal, pero de los que tienen cabeza), quien promocionaba esos estudios.
Nada de esto quita que no sean tremendamente ingenuas y hasta peligrosas propuestas como las del Sr Anguita -a quien intelectualmente respeto muchísimo, pero creo que se ha preocupado poco por aprender de Economía- de subir el salario mínimo a 1000€ y muchas otras que suenan hermosas. ¿Queréis un consejo? Cuando escuchéis en economía alguna propuesta muy muy pero que muy bonita, e incluso parezca tener algo de lógica y que suene genial… dudad, dudad siempre y mucho.
El problema, es que estas personas tienen una concepción de la realidad del salario mínimo, totalmente diferente a la que tienen los economistas cuando debaten sobre él. Creen, que si quitamos el salario mínimo, entonces los empresarios podrán explotarnos a su antojo como les apetezca, y obligarnos a cobrar lo justo para el nivel de subsistencia... habría que preguntarles entonces porqué el salario medio de la población en todos los países con salario mínimo es siempre superior al salario mínimo, o como es posible que países sin salarios mínimos tengan una media de sueldos y nivel de vida superior a la nuestra. ¿Empresarios ricachones solidarios? No creo...
Economistas como José Luis Ferreira quien pertenece a colectivos como ARP-Sociedad para el Pensamiento Crítico, se dedica a luchar contra las falacias económicas imperantes, y da un repaso crítico a muchas falsedades que se dicen desde posiciones izquierdistas como podrían ser las de Vicenç Navarro y Pablo Iglesias, hasta también muchas falacias que abundan por el mundo de la derecha o del neoliberalismo y son divulgadas por Intereconomía.
Escuchamos también a algunos de los economistas más representantes del ala radical más liberal que tenemos en España como Juan Ramón Rallo, quien en algunos de sus artículos, defiende como el salario mínimo que él llama “aparente” en España, no es tan el causante del desempleo sino, todos los costes extras que le impone el gobierno pagar al empresario por cada trabajador. Defienden además, que deberían los trabajadores ser más conscientes de que todas sus vacaciones pagadas exigidas por ley, y su coste por despido no se los está pagando el empresario en aquellos casos en los que no tienen por ley fijado ningún salario mínimo. Los están pagando ellos. El empresario lo que hace simplemente es descontarlo de su sueldo ya que a precios más altos la demanda caerá, y por eso deberían ser los trabajadores reunidos en sindicato o individual como fuera, los que decidieran con el empleador las condiciones de su lugar de trabajo sin que el gobierno se entrometiera en sus decisiones.
El mercado de trabajo es un mercado bastante imperfecto, ya que los trabajadores suelen tener un domicilio fijo y el perfil demandado por una determinada empresa de un barrio podría no coincidir con las ofertas que recibiera de los vecinos. Del mismo modo, las empresas suelen exigir en función del tipo de trabajo, unas condiciones laborales que puedan no interesar a ningún oferente cercano. Esta clase de situaciones, han hecho siempre del mercado laboral un mercado bastante menos competitivo que otros, por ello muchas veces probablemente se daban situaciones en las que un trabajador cobraba por un salario bajo sin ser consciente que quizás no muy lejos del lugar en el que trabajaba, existía un empresario dispuesto a contratarlo por más dinero. La información que necesitaban uno y otro no había sido creada. Aún así, no olvidemos que el mercado consiste en proporcionar soluciones a problemas de los que muchas veces no somos conscientes, y con las nuevas tecnologías y nueva era de la información y transporte esto es lo que nos encontramos:
https://www.tablondeanuncios.com/trabajo/?gclid=CPvAi87XuLwCFWLHtAodHhYAsw
https://www.encuentraempleomayoresde50.org/
Existen en cambio mercados de trabajo mucho más competitivos. En Sillicon Valley, miles de empresas tecnológicas, desde las mayores corporaciones del mundo hasta miles de pequeñas start-ups, al compartir todas un mismo espacio geográfico se produce una continua subasta por los trabajadores, a los que simplemente, si no les suben el sueldo se van a la empresa de enfrente la cual ya les ha propuesto anteriormente uno más alto.
Pero no todo son caminos de rosas en Sillicon Valley, el hecho de que las empresas se encuentren también en un mismo espacio geográfico, hace que sea más fácil que puedan montar cárteles entre ellas para decidir no pelearse más y mantener artificialmente bajo el sueldo de sus ingenieros. Montar cárteles no solo es ilegal sino que existen además mecanismos para evitar la colusión de precios: El pago por la delación.
Funciona del siguiente modo, si una empresa que pertenece a un cártel denuncia a sus socios se verá recompensada por una cantidad de dinero mientras que el resto del cártel recibirán una fuerte multa.
Debido a que la competencia perfecta no existe, siempre existirán acuerdos para manipular precios o características del mercado, y es cierto que si estos acuerdos atentan contra la libre competancia y son secretos deberían combatirse. Pero la realidad muestra que excepto en determinados mercados que se suelen conocer perfectamente cuales son (tenerlos bien regulados es otra historia), estos cárteles no son ni tan duraderos, ni tan fáciles de organizar como muchas veces se piensa. Cualquiera de sus integrantes, puede decidir romper el pacto fácilmente ya que eso le estaría proporcionando una ventaja competitiva mucho más alta sobre los demás, por no hablar de la entrada que propiciarían de nuevos competidores en el mercado al establecer un precio fijo manipulado. Todos estos temas se tratan mucho en economía desde la teoría de juegos.
Por otro lado, existen muchas situaciones en las que los sindicatos, más que convertirse en protectores de los trabajadores, se convierten en realidad en un cártel que impide y mantiene los privilegios de los trabajadores ya contratados, a costa del resto de trabajadores desempleados.
Entrevista a Chema
Sin embargo, como el mercado de trabajo es un tema realmente complejo he querido hacerle algunas preguntas a Chema, un economista que lleva años desde su blog luchando contra las pseudociencias y las teorías de las conspiración. Tiene escritos muy duros tanto con el marxismo como contra con el neoliberalismo de la escuela austríaca. Pero el motivo por el que realmente se me antojaba interesante su opinión es porqué además es sindicalista. Estas fueron mis preguntas:
Buenas Chema!
Soy Ángel de nuevo, no he podido evitar volver al blog porqué siento que debía escuchar su opinión acerca del mercado laboral. Siento que al ser usted sindicalista y además economista podrá ofrecer una visión quizás más amplia sobre su realidad.
Cuando alguien lee un libro de economía en primero de carrera, encuentra la relación salarios-productividad y advertencias sobre los problemas que una extrema rigidez laboral puede conllevar para la economía de un país.
A la vez, puesto que supongo que el mercado laboral debe ser de los más complejos que puedan existir cuesta de creer en algo tan mágico como ‘si trabajas más, cobrarás más’ -como se oye a muchos austríacos-, ya que sino otro empresario te contratará. Pero, ¿Cómo sabe ese supuesto otro empresario que tu nivel de productividad es mayor al de otro trabajador empleado? Por no hablar que cada puesto de trabajo sea un mundo en sí mismo.
Por otro lado, poniendo el ejemplo hipotético de un país en el que realmente su rigidez laboral esté causando problemas reales, un sindicalista con conocimientos de economía y plena consciencia de ello se encontraría entre la espada y la pared, pues se le acusaría por un lado de ‘vendido’ mientras por otro comprende los motivos de la realidad que provoca a mucha gente no poder encontrar trabajo.
Comprendo que la flexibilidad laboral sea un tema complicado y a la vez algo polémico y tabú pero, ¿Crees quizás que la flexiseguridad laboral danesa podría ser un buen módelo a seguir de cara a no optar ni por una extrema rigidez laboral ni por una desprotección total del trabajador?
Gracias por su toda su labor.
Ángel
Su respuesta:
“Buenas Chema!”
Muy buenas, Ángel. Perdone la tardanza en contestar. Ha comenzado el año y con la pausa de las vacaciones navideñas, nos hemos encontrado con que había que acometer todos los juicios pendientes. Y no son pocos.
“Soy Ángel de nuevo, no he podido evitar volver al blog porqué siento que debía escuchar su opinión acerca del mercado laboral. Siento que al ser usted sindicalista y además economista podrá ofrecer una visión quizás más amplia sobre su realidad.”
Pues… muchas gracias por haberse acordado de mí para tratar estos temas. Temas apasionantes y que darían para una serie de artículos propia. Larga. Y densa, créame.
“Cuando alguien lee un libro de economía en primero de carrera, encuentra la relación salarios-productividad y advertencias sobre los problemas que una extrema rigidez laboral puede conllevar para la economía de un país.”
Sí.
Como economista, estoy de acuerdo con los grandes economistas en que una excesiva rigidez laboral es mala: es necesario poder disponer de mecanismos legales que permitan a una empresa ajustar sueldos y condiciones laborales a la producción. Ciertamente no es lo mismo la época de una campaña de Navidad que mitad de Febrero: la producción no es lineal, por ejemplo, en mi campo: la venta de productos alimentarios al por mayor. También es cierto que no siempre se vende igual de bien y hay que ajustar el número de empleados a la producción.
Como sindicalista y simple y llano trabajador y persona, le recuerdo a esos economistas que es muy fácil hablar desde la cátedra segura de una universidad pública con un sueldo estable y sin graves problemas laborales. Los trabajadores necesitamos de unas mínimas condiciones de seguridad en el cobro y que las condiciones de empleo pactadas (horarios, qué constituye una baja, si es mi obligación suplir a un compañero o si es mi deber tirar la basura, etc.) SE CUMPLAN… que para eso se han pactado (suelen no cumplirse y mucho, por eso me metí a sindicalista. No me vale con que las condiciones cambien cada siete días sin que yo sepa a lo que atenerme. Yo como todos los días y tengo una serie de facturas que pagar a final de mes. Ni el banco ni el gobierno me pasan una (hipoteca, impuestos, etc). El empresario me exige a mí una flexibilidad… que yo, directamente, no tengo en muchos casos y ÉL no se aplica (a nuestros trabajadores los empresarios les piden que echen menos días de vacaciones, pero luego, los “jodíos” salen “que se las pelan” cuando les llega el día de las suyas).
Por decirlo clara y rápidamente, lo que YO predico es un término medio: que haya flexibilidad… hasta cierto punto. No “que valga cualquier cosa”, que es lo que pretenden “colarnos” los actuales liberales, anarcocapitalistas, austríacos, economistas laissez-faire, etc., ni llegar a los extremos de cierta época en España (finales de los ochenta y principios de los noventa) donde la rigidez laboral era máxima y echar a un empleado vago y ladrón era difícil por no decir que prácticamente imposible (eso continúa en gran medida en el sector público). Por cierto y por ejemplo, los “austríacos” Jesús Huerta de Soto y Juan Ramón Rallo se desgañitan gritando en contra del malvado Estado y de lo público pero los dos bien que cobran un sueldo fijo trabajando en la universidad PÚBLICA Juan Carlos I. ¿Hipocresía? ¿Incoherencia? Seguro que ellos ya se encargarán de encontrar la excusa pertinente, no se preocupe.
Y, ahora que menciono lo de sector público (funcionarios), nótese que lo que vamos a hablar se centra esencialmente en el sector privado. En España se hallan DOS sectores laborales clarísimamente diferenciados: el privado y el público. Mientras que el privado está a estas alturas ultraliberalizado (especialmente tras la nefasta última reforma laboral de 2012 llevada a cabo por el gobierno conservador de Mariano Rajoy), con unas condiciones laborales QUE YA EMPIEZAN A SER INFERIORES A LAS DE LOS LOS CHINOS…
https://www.abc.es/local-guadalajara/20131202/abci-resineros-guadalajara-oficio-201312021756.html
…al sector púbico no hay dios que se atreva a meterle mano de lleno. Se han tocado algunas condiciones (congelación salarial, retiro de la paga navideña, etc.), pero ningún gobierno se atreve a tocar al sector público TANTO como ha hecho con el privado: sería un suicidio electoral y muchos de sus soldados de a pie (“enchufados”, votos cautivos, enlaces y repartidores de prebendas y subvenciones) se hallan DENTRO de ese entramado laboral público (por ejemplo, en las Diputaciones).
No voy a meterme en la polémica de si hay que liberalizar al sector público. No estoy pidiendo que les quiten a esos trabajadores sus arduamente ganados derechos. Estoy pidiendo RECUPERAR los míos. El desnivel es TAN grande entre ambos (con perjuicio para el conjunto de la sociedad) que hay que reequilibrarlo (desde el lado del privado, que es el que está más descompensado).
La clave está en negociar y encontrar acuerdos sin que abusen ninguna de las partes. ¿Difícil? Mucho. Pero eso es lo que se debe intentar… hay países donde eso se consigue (Dinamarca, que usted mismo menciona), así que NO ES IMPOSIBLE.
¿Queda clara mi postura? Pues, ahora sí, sigamos.
“A la vez, puesto que supongo que el mercado laboral debe ser de los más complejos que puedan existir cuesta de creer en algo tan mágico como ‘si trabajas más, cobrarás más’ -como se oye a muchos austríacos-, ya que sino otro empresario te contratará. Pero, ¿Cómo sabe ese supuesto otro empresario que tu nivel de productividad es mayor al de otro trabajador empleado? Por no hablar que cada puesto de trabajo sea un mundo en sí mismo.”
1) El mercado laboral ES de los más complejos, efectivamente. De hecho, existen ramas en la Economía (la economía laboral, Labour Economics en inglés, con subáreas como la teoría del sueldo o wage labour theory) que se dedican de lleno a estudiarlo. Los austríacos consideran a esta rama de estudio como un invento del demonio, directamente (obvio). Layard, Freeman (Richard, no Milton), Mincer, Blundell, Basnett, Sen (Ritwika, no Amartya), Lee, etc., son grandes nombres entre los economistas laborales.
2) Esta área de estudio (no sólo la Economía, sino también el Derecho se interesa por la economía laboral, el empleo y la relación sueldo-trabajo) tiene una subárea, por llamarla así, que es el estudio de las “relaciones de empleo” o “relaciones industriales” en otros idiomas (prefiero el término en castellano).
¿Cuál es el debate fundamental dentro del estudio de las relaciones de empleo?
El equilibrio entre la eficiencia económica y la justicia social.
Así. Tal cual. De estudiar las necesidades del empleador, que busca generar beneficios para establecer y mantener una eficiencia económica… y, a la vez, estudiar las necesidades del empleado, que intenta encontrar un beneficio en su empleo con el que ganarse la vida de manera digna… se intenta alcanzar un equilibrio que satisfaga lo más posible a ambas partes. Ni que decir tiene que del cruce de ambas necesidades surgen un montón de problemas que constituyen una de las cuestiones más significativas de estudio dentro de las ciencias sociales. En las sociedades occidentales, al menos. Señalo esto último porque economistas laborales orientales, por ejemplo, hay poquísimos. Me van a perdonar el chiste fácil pero a las sociedades orientales (china, japonesa, coreana, vietnamita, etc.), todo esto de la economía laboral y del equilibrio empleador-empleado… “les suena a chino”. Lo digo por experiencia personal, el sindicalismo en Oriente… prácticamente como que no existe. Las sociedades orientales están muy, muy, muy estratificadas, todo el mundo tiene su lugar, todo está muy prefijado (relaciones sociales incluidas) y eso de exigir mejores condiciones laborales (o incluso de vida), cosa que vemos muy común por aquí, “no se lleva”. Es una cuestión cultural. En Oriente, el empleado suele callar, y el empleador tiene una muy, muy amplia manga ancha que por estos lares nos parecería poco menos que tiranía. Ésas son algunas de las claves de por qué sus trabajadores ganan tan poco en relación a lo que trabajan.
3) ¿Por qué estoy hablando de “las relaciones de empleo”, se preguntará? Porque quiero que usted y todo el que pase y lea (que sé que leéis más los comentarios que el artículo, pillines) pueda ver que el tema se trata en universidades, centros académicos, que tiene incluso su propia área de estudio… y que el debate no se halla sólo en las barras de los bares o en las charlas entre amigos, vamos. Todo eso que me trae de la productividad y las relaciones empleador-empleado está más que estudiado y tratado en literatura académica dedicada ex profeso a ello. No se me asombre usted ni nadie de que cómo es posible que alguien pueda medir la productividad de un trabajador: sabemos hacerlo desde hace AÑOS. Es una cuestión TAN importante que se trata dentro de las ciencias sociales con la consideración que merece, aunque haya algunos, como austríacos y ultraliberales, a los que les revientan las tripas de ira y frustración el constatarlo (los austríacos reducen su estudio de las relaciones laborales muchísimo comparado con otros economistas… ellos, de hecho, mencionan que los sueldos deben circunscribirse a un acuerdo personal entre empleado y empleador a título individual, y que deben tenerse en cuenta las emocionalidades del empleado: ahí, sin anestesia. Los austríacos, como ultraliberales, están siempre del lado del empresario, del rico, del “entrepeneur”, nunca del trabajador, aunque alguna vez mientan diciendo que sí).
4) ¿Cómo se mide la productividad de un trabajador? Depende, hay varios sistemas. El que más se utiliza actualmente como “oficial” porque sirve para comparar entre países y sociedades es el que ha diseñado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En España hay (había) varios más, y se usa también mucho el que diseñó el Instituto de Estudios e Investigaciones del Trabajo de la Organización Internacional de Trabajadores (OIT), que se llama Sistema de Medición y Seguimiento de la Productividad (SIMAPRO), pero bástele saber que la productividad de un trabajador (de la “fuerza de trabajo”, en literatura académica), se mide generalmente como una relación entre la cantidad de bienes y servicios producidos por un trabajador en una determinada cantidad de tiempo. Por un lado ponemos todos los insumos o inputs (los recursos que empleamos para producir) y los medimos conforme a los outputs (bienes, servicios, productos en general) que salgan. De esa relación podremos observar si un trabajador es más o menos productivo en relación a otros, con respecto a otras épocas, según horas/sueldo, etc. En mi empresa (de capital mayoritariamente alemán y de la que soy accionista), por ejemplo, se mide internamente (para comparar entre regiones, centros y países), a través de una relación beneficio-FT (full time worker… debería usted escuchar a mis gerentes hablar en inglés con acento espanglish “fur taim güorquer”, qué risas). Esa medida les sirve, entre otras cosas, para “objetivizar”, esto es, dar razones objetivas de dónde (en qué centros) hay que despedir trabajadores o para establecer la prioridad de despidos.
Existen incluso organizaciones oficiales dedicadas exclusivamente a estudiar el mercado mundial laboral en términos de productividad:
La OCDE, en concreto, mide la productividad laboral como la relación entre un volumen de outputs con respecto a un volumen de inputs. Con “outputs” la OCDE se refiere a cosas como el Producto Interior (o Interno) Bruto o el Valor Agregado Bruto (siempre teniendo en cuenta los precios ajustados conforme a la inflación)… y como “inputs” suele utilizar principalmente las horas de trabajo empleadas, el sueldo y el número de empleados. No hay una única medida de productividad laboral, ya que ésta se suele medir con respecto a cuestiones como el PIB, las horas de trabajo (euros/hora, en relación a la inversión en educación, etc., una infinidad de variables. La OCDE hace especial hincapié en sus informes en el número de horas trabajadas. La medición más común, la que más verá usted en los medios de comunicación es la relación entre Producto Interior Bruto (output) con respecto a las horas trabajadas (input). Ahí se trata de ver si las horas que echamos en nuestros trabajos se traducen en un aumento de la riqueza total (PIB): por ejemplo, la hora de trabajo que echa un alemán le “cunde” más en beneficio producido que a un español; así se dice, por ejemplo, que un alemán ha producido por hora 2425 euros de beneficio con respecto a un español que ha producido 1753 (o lo que sea). Pero no es lo único que mide la OCDE… se tienen en cuenta también el número de empleados, sueldos, cualificación, se mide la productividad por sectores productivos (servicios, agricultura, industrial), etc.
¿Por qué tantas variables? Para poder comparar, afinar la puntería y ver dónde está el problema… y si “hay trampa”. Por ejemplo, un aumento GENERAL de la productividad media puede deberse, como pasó en 2009 en España a que se despidió a tanta gente con trabajos temporales de baja remuneración que aportaban poco valor añadido… que la MEDIA de productividad aumentó. No es que aumentara la productividad en sí, sino que fue un efecto estadístico, ¿entiende?
¿Es una forma buena o mala de medir? Pues depende. Para yo hablarle detenidamente de en qué consiste lo que la OCDE o cualquiera entiende como inputs válidos para determinar la productividad de un trabajador necesitaría uno de mis famosos artículos de más de doscientas páginas. Bástele saber que si se emplean esas medidas es para poder COMPARAR.
¿Quiere un resumen?
En 2007, justo en el momento del estallido de la crisis económica, España estaba en el puesto número diecisiete de treinta países según el baremo general de la OCDE (los treinta países más ricos del mundo) en productividad laboral. Por encima de Italia… y Japón. ¿Sorprendido?
En la actualidad, estamos incluso más arriba, en el puesto quince (y eso sin descontar los puestos pertenecientes a la zona euro y al G7, que NO son países). El informe completo, aquí (en inglés):
https://stats.oecd.org/Index.aspx?DataSetCode=LEVEL
Comparativa (en inglés):
https://www.gfmag.com/tools/global-database/economic-data/11857-labor-productivity-and-growth.html#axzz2q0tgp52c
¿Significa eso que trabajamos más o mejor que antes? No. Significa en este caso, el de España… que somos más baratos. Nuestros sueldos han bajado TANTO de media que el beneficio que obtenemos como nación por hora trabajada es muy superior al de hace unos años. Lo dicho, España es la China de Europa.
https://www.eleconomista.es/opinion-blogs/noticias/5258975/10/13/Espana-la-china-de-europa.html
Para eso sirve comparar en las estadísticas. Nueva Zelanda, por ejemplo, no ha abaratado costes laborales significativamente y aún así, sube de puesto en productividad. ¿Por qué? Porque se ha modernizado tecnológicamente. Sus trabajadores disponen de mejores medios tecnológicos y formativos (más y mejor educación), con los cuales producen MÁS beneficio por hora trabajada (producen cosas más valiosas)… y sin necesidad de bajar sueldos. Como puede ver, son dos formas distintas de afrontar el problema de la productividad laboral: neozelandeses, luxemburgueses, nórdicos y alemanes se esfuerzan en mejorar aspectos y variables como la formación y la tecnología para aumentarla… mientras que chinos, filipinos y españoles optan por cosas como… abaratar costes laborales (reducir sueldos para producir más por menos coste). De las dos formas mejoramos la productividad, claro, pero… ¿cuál de las dos es MEJOR en términos de relación beneficio-equidad social? Creo que la respuesta es obvia.
“Por otro lado, poniendo el ejemplo hipotético de un país en el que realmente su rigidez laboral esté causando problemas reales,
Chile.
“un sindicalista con conocimientos de economía y plena consciencia de ello se encontraría entre la espada y la pared, pues se le acusaría por un lado de ‘vendido’ mientras por otro comprende los motivos de la realidad que provoca a mucha gente no poder encontrar trabajo.”
Dígamelo a mí.
Me he encontrado en esa situación varias veces. Como economista y sindicalista, me he encontrado con que muchas “cuestiones asumidas como verdades evidentes” por parte de sindicalistas entran en directa confrontación con lo que la Economía científica ha descubierto. Por ejemplo, ahora está más que comprobado y requetecomprobado que la subvención estatal (especialmente la subvención por encima de cierto límite) va en desmedro de la iniciativa empresarial: que si le das mucha ayuda a la gente, no se crean empresas nuevas… porque las personas prefieren percibir ayudas sin tener que trabajar a tener que esforzarse y quebrarse la cabeza montando una empresa. La mayoría de sindicalistas que conozco consideran que toda ayuda estatal es poca. Otra cuestión que desconocen muchos son los inconvenientes de la llamada Renta Única Universal… aunque he de reconocer que cada uno de los que me ha hablado de esa renta me ha contado una historia diferente, así que hasta que no se experimente en Suiza, no podremos ver sus efectos reales. Hasta entonces, me abstengo de emitir opinión (hay incluso libertarianos a favor de la idea… pero porque les interesa, claro, creen que con ella se reducirían las cargas fiscales y el papel del Estado).
Por otra parte, me he encontrado con muy, muy, muy desagradables sorpresas en el mundo académico. Lo digo porque me he encontrado con economistas que no tienen ni puta idea de en qué consiste un convenio laboral, que no entienden que cuando hablan de recortes estamos hablando de medidas que afectan (haciendo sufrir) a millones de PERSONAS, que no saben invertir en bolsa o no entienden las implicaciones legales de un pacto entre dos partes. Por ejemplo, no entienden que si he firmado un contrato con una serie de condiciones, esas condiciones hay que respetarlas… porque son un contrato LEGAL. La flexibilidad laboral no puede eliminarse con carácter retroactivo unilateralmente cuando le interese a UNA de las partes, por esa regla de tres yo también podría exigir “flexibilidad total” en el pago de mi hipoteca, tócate los cojones… ¿a que entonces sí que estarían de acuerdo en no aplicarme esa “flexibilidad”? También me he encontrado con “sorpresones” hipócritas como el marido de la infame Amy Martin, que era socialista del PSOE, y que cuando elaboró un informe cuando trabajaba en el FMI sobre medidas en Portugal contra la crisis predicaba despidos y recortes pero, en España, predicaba gasto público y mantenimiento o aumento de prestaciones sociales.
Resumiendo: en todas partes cuecen habas y cada cual arrima el ascua a su sardina. Yo, como me encuentro en medio, comprendo a ambos y encuentro las limitaciones y cortedades de vista de ambos.
Vuelvo a decir lo de siempre: término medio. Negociación y diálogo, pero con los límites absolutos claros.
“Comprendo que la flexibilidad laboral sea un tema complicado y a la vez algo polémico y tabú pero, ¿Crees quizás que la flexiseguridad laboral danesa podría ser un buen módelo a seguir de cara a no optar ni por una extrema rigidez laboral ni por una desprotección total del trabajador?”
Cualquier sistema nórdico es bueno. Incluso el islandés. Prácticamente todo lo que hace esa gente es lo mejor que te puedes encontrar en performance en ciencias sociales, aunque admito que el submodelo danés es el que más éxito ha tenido, estadísticamente hablando, en cuanto a reducción de desempleo y pobreza, estoy de acuerdo con usted. Fíjese que el 80% de los trabajadores está afiliado sindicalmente aun a pesar de tener un mercado laboral tan flexible como el de EEUU… ¡Son los terceros en menos desempleo de todo el jodido mundo! ¿Y qué me dice de la relación entre ingresos y nivel de pobreza? Para más detalles, la mismísima OCDE habla:
https://www.oecd-berlin.de/charts/inequality/taxtransfers.php?cr=oecd&lg=en
¡Para que luego digan que es imposible combinar flexibilidad y protección social! ¡¡¡JA!!! ¡No soy partidario del modelo nórdico ni lo predico continuamente por afiliación ideológica, sino por pragmatismo… y porque el resultado es palpable, evidente e innegable. Y el que quiera negarlo, que se vaya con su puta madre. Los nórdicos lo tienen claro, y yo con ellos: término medio, esto es, flexibilidad laboral con protección social.
Aunque hay mucho de qué hablar en lo referente a CÓMO han llegado los nórdicos a estar donde están en niveles de protección social y relaciones laborales. Y los sindicatos han tenido MUCHO que ver en ello, oh, sí, ésos que hay allí sí que son sindicalistas de los buenos. Tema para otro día, por supuesto, pero quiero reseñar que si la participación en sindicatos es TAN alta es por algo. En España, te encuentras o con partidarios fervientes del sindicalismo, prácticamente mafiosos, o gente “derechona” que quiere eliminarlos del TODO (porque dicen que “no funcionan”). Paso a señalar lo que ya dije otras veces con un ejemplo similar… que la Policía no funcione en República Centroafricana y sí en Dinamarca ya es indicativo de que el CONCEPTO de Policía no falla per se… sino por circunstancis particulares de cada sociedad. Pues lo mismo con el sindicalismo: es necesario que exista una capacidad de asociación de los trabajadores para poder defender sus condiciones de empleo, los contratos firmados, derechos adquiridos, etc. Que en España no funcione o “malfuncione” a ojos de algunos, NO INVALIDA LA NECESIDAD DEL CONCEPTO. Los países nórdicos lo han demostrado y siguen demostrándolo. Como también jugaron un papel importantísimo los sindicatos en la aparición de grandes avances sociales (sindicatos nórdicos, trade unions británicas y americanas e incluso los sindicatos católicos del Sur de Europa). Que a muchos se les olvidan estas cuestiones. Aunque ya las trataremos… otro día.
“Gracias por su toda su labor.”
A usted.
Y gracias Ángel, por leer y entender… y por tenerme en cuenta.