5.-El avance tecnológico y la educación.
Ambos van cogidos de la mano. Cuando un empresario introduce una máquina, normalmente ésta necesita un trabajador que conozca cómo funciona. Lo que indiscutiblemente lleva a una mayor especialización laboral. Cuando un trabajador se especializa, compite con menos trabajadores a la hora de optar por un trabajo haciendo que su salario aumente. Con lo que la especialización laboral va también cogido de la mano con salarios más altos.
Existe un dogma marxista que opina que la tecnología destruye puestos de trabajo y puede ser cierto en algunas circunstancias a corto plazo. Pero querer impedir el avance de la tecnología acaba implicando desear una sociedad en la que personas se dediquen a horribles trabajos repetitivos que convierten al trabajador en una mera herramienta más del proceso de fabricación. Precisamente la alienación de la que tan en contra se encontraba Marx. Yo no quiero vivir un mundo de seres humanos dedicados a tirar de una palanca sin más durante ocho horas diarias. Esas personas tienen potenciales creativos que pueden ser aprovechados en beneficio de todos y sobretodo de ellas mismas de muchísimas distintas formas. Por eso es tan importante la educación.
Pero a la hora de garantizar educación para todas las clases, la gente parece olvidar un detalle. Todos quieren educación pública pero pocas veces reflexionan sobre lo que ello significa o cuáles son las posibles alternativas. Existen dos formas de garantizar la educación: una es subvencionando a las escuelas, y otra es subvencionando a las familias. Si subvencionamos a las escuelas, lo que acabamos creando es un sistema como el que tenemos en España en el que el Estado tiene el monopolio de la educación de las clases bajas. Ello implica, que unos ministros como el señor Wert y anteriores ministros de educación del PSOE, tienen el poder para escoger qué y cómo estudiarán los niños en nuestras escuelas, cerrando de un portazo cualquier posible innovación educativa que quieran poder llevar a cabo cualquier grupo de individuos. Porqué la educación actual está obsoleta.
Si damos libertad a las escuelas a la hora de ofrecer un plan educativo, y libertad a los padres a la hora de escoger que planes educativos desean para sus hijos, nos encontraremos con un sistema en el que aquellas escuelas que den los mejores resultados serán a las que los padres normalmente quieran llevar a sus hijos, haciendo perder alumnos a las escuelas que peor lo hagan y casi obligándolas a imitar el plan educativo de las escuelas que mejores resultados dan. Por muy bonito que pueda parecer, esto es un tipo de educación privada, y de repente al aparecer la palabra privada por ahí todo se vuelve satánico… Esto es lo que defienden la mayoría de los liberales más radicales, el llamado cheque escolar, se le paga un cheque a las familias y se las deja escoger el colegio privado que deseen. Por supuesto eso no tiene porqué significar que no tenga que existir regulación estatal en la educación puesto que se deben siempre garantizar un determinado conjunto de reglas a la hora de decidirse por un cambio tan radical, asegurando entre otras cosas con ello que ningún alumno pueda quedarse fuera.
Voces en contra argumentan que los profesores perderían sus derechos laborales. ¡Por favor! Si algo nos debe preocupar de verdad en la educación de nuestros hijos es que si un profesor no hace bien su trabajo, ese hombre se vaya a la calle y deje el puesto a alguien competente de verdad. Si hay algo que sobran en España son malos profesores, no hace falta conocer las escuelas para darse cuenta, basta con escuchar a las personas. El que es un buen profesor de verdad, vale y da buenos resultados. Entendemos todos que despedir sería injusto por el tema de las oposiciones pasadas, pero como mínimo establecer un adecuado sistema de incentivos. No es cuestión de competitividad, es cuestión de castigar la mediocridad y premiar la genialidad. Tarea que en España se nos da horriblemente mal.
En algunos países nórdicos por ejemplo, si bien la educación es pública, se comporta de un modo privado. Los padres escogen a que escuelas llevar a sus hijos, y las escuelas tienen libertad de ofrecer el plan de estudios que cada una crea conveniente. Aquellas escuelas que ofrezcan mejores resultados, recibirán más inversión. Con lo que nos encontramos ante un sistema de incentivos público que en realidad no hace más en la práctica que simular un mercado de educación privada.
Lo mismo se aplica a la sanidad, en Dinamarca la administración de los hospitales públicos está en mano de empresas privadas, el Estado asegura que todo el mundo pueda permitirse el acceso a la sanidad; se encarga de supervisar que funcione correctamente y se asegura que exista una competitividad que permita que las personas accedan a servicios continuamente de mayor calidad.